miércoles, 17 de agosto de 2011

EL BAUTISMO VICARIO ( EL BAUTISMO A FAVOR DE LOS FALLECIDOS)

El bautismo vicario

templo mormon

Cuando el Señor Jesucristo vivió en esta tierra, Él explicó claramente que sólo había un camino por el cual el hombre puede ser salvo. Él dijo: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie llega al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). ¿Pero qué pasa con las personas que mueren si bautizarse? ¿O las personas que vivieron en un tiempo de oscuridad, que nunca encontraron el camino o nunca escucharon hablar de Jesucristo? ¿Qué sucede con los niños que mueren sin un bautismo?

Dios es un dios justo y ama a todos sus hijos incondicionalmente y por igual. Él prepara una manera para que todos recibamos la oportunidad de ser salvos. Jesucristo tiene la autoridad para salvar a la humanidad, como se explica en la siguiente escritura que se encuentra en la Biblia:

“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre dado bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).

Hay una ordenanza esencial, el bautismo, que es la puerta por la cual cada alma debe pasar para obtener la vida eterna, como se explica en la siguiente escritura: “Respondió Jesús: De cierto, de cierto os digo, que el que no naciere del agua o del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5).

El bautismo es una ordenanza esencial en el plan de Dios. Ésta ordenanza sólo se puede efectuar por alguien que tiene la debida autoridad. Jesucristo buscó a Juan el Bautista para ser bautizado por él y “cumplir con toda justicia”. Juan tenía la autoridad de Dios, que se llama el Sacerdocio, para efectuar ese bautismo . La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días enseña que esta autoridad se restauró de nuevo a la tierra por medio de José Smith. Jesucristo mandó que se predicara el Evangelio con este fin, el de bautizar. “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (Mateo 28:19.) En La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, se acepta la responsabilidad de predicar el Evangelio a cada persona en la tierra. El propósito es de llevar las bendiciones del Evangelio y sus ordenanzas salvadoras al mundo entero. ¿Pero es ésto posible? ¿Qué pasa con los millones de personas que han muerto sin el bautismo? ¿Son condenados a “quemarse en el infierno”, o ser privados de las bendiciones más grandes de nuestro Dios?

Según la Biblia y la doctrina Mormona, la humanidad sólo puede ser salva por medio de Jesucristo y por el bautismo, pero la mayor parte de las personas que vivieron en la tierra, jamás supieron acerca de estos dos requisitos. ¿Es posible que Dios no reconozca a los millones que no tuvieron la oportunidad de oír el Evangelio y ser bautizados por la autoridad apropiada?

La respuesta a esto se reveló por Dios mismo. Por medio de la revelación, Dios instruyó al Profeta José Smith para construir templos donde ordenanzas tales como el bautismo se podrían realizar no sólo para los que estaban vivos, pero también para los que ya habían fallecido. En el Nuevo Testamento leemos, “De otro modo, ¿que harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos?” (1 Corintios 15:29).

La realidad de la resurrección hace que el bautismo por los muertos no sólo sea significante, pero escencial para la salvación de los millones que han muerto sin el bautismo. Jesús, en el tiempo entre su muerte y la resurrección, visitó el mundo de los espíritus y predicó el Evangelio (1 Pedro 4:6). El propósito por el cual el Salvador fue a predicar a los muertos en el mundo de los espíritus era para darles la oportunidad de escuchar y aceptar el evangelio, para que posteriormente se pudiera efectuar un bautismo a favor de ellos. “Porque por esto también ha sido predicado el evangelio a los muertos, para que sean juzgados en carne según los hombres, pero vivan en espíritu según Dios.” (1 Pedro 4:6.)

Para algunos, el efectuar ordenanzas por los muertos puede parecer una imposición, pero esa no es la intención que Dios tuvo cuando presentó el plan ni es como funciona. Cuando Jesucristo expió los pecados del mundo, el hizo, lo que las personas del mundo no podrían hacer por sí mismos. Los efectos y las bendiciones de la expiación y la resurrección de Cristo pueden recibirse por cada miembro de la familia humana. La invitación a la salvación es para todos, pero las personas tienen su albedrío, deben escoger por sí mismos si aceptarán o rechazarán la invitación de Cristo.

A causa de la expiación y la resurrección de Cristo, y por el poder y la autoridad del Sacerdocio, los mormones podemos hacer por los muertos, lo que los muertos no pueden hacer por sí mismos. Este trabajo sólo se puede hacer en los templos. Cuándo las ordenanzas se realizan para alguien que ha muerto, en ninguna manera se le quita el albedrío a esa persona. A contrario, si ninguna obra se hace por una persona fallecida, la persona no tiene opción de su destino eterno. La ordenanza se efectúa en la pila bautismal dentro del templo, y se efectúa por y favor de la persona fallecida.

Una vez que la obra se haya hecho, ellos pueden utilizar su habilidad de escoger, aceptar, o rechazar las ordenanzas efectuadas. Los mormones creemos que todos los que han vivido deberían de tener la oportunidad de hacer esa elección. Por esta razón, la obra del templo y la historia familiar continuarán siendo una parte integral de la Iglesia Mormona.

EN EL TEMPLO DE MADRID , REALIZAMOS DICHAS ORDENANZAS.